Recuerdos
-Los libros de Tomasito. Año: 2008
-Mi papá me grababa los planeta gol y yo los veía la mañana siguiente. Año: 2010
-Leer Dailan Kifki en primer grado. Año: 2011
-Los libros Gol. Año: 2011
-Comprar la revista Tiki Tiki cada dos semanas. Año: 2012
-Comprar la guía de olé antes de cada torneo. Año: 2013
-El cuento que tuve que escribir en el colegio sobre el mundial 2014. Año: 2014
-El libro de Ciencias Sociales con la Asamblea del año XIII en sexto grado. Año: 2016
Comprar la Tiki Tiki cada 15 días
Cada dos semanas salía la Tiki Tiki. Me sonaba de nombre, hasta que un día, no sé por qué me la compraron. Si no me equivoco, fue la edición 92. O por ahí. No mucho antes de la 100. Y si no le falla la memoria también, llegué como hasta la 200. Fueron años seguidos donde cada dos semanas la compraba siempre. Decenas de pósteres, y juegos de mesas u otras cosas que venían cada tanto. Tuve pósteres de un montón de equipos y jugadores, sin necesidad de sentir un real fanatismo por el club o el jugador. Simplemente porque me gustaba el póster. Además, cualquier cosa de San Lorenzo la atesoraba. Entre los objetos, recuerdo un juego del estilo “juego de la vida”, rompecabezas. Todavía tengo guardados banderines o vasos que venían con la revista. Una vez mandé un dibujo pero nunca salió en la sección de dibujos de fanáticos. Salía los viernes, aunque a veces me la compraban los sábados. El kiosquero de Espinoza y Rivadavia me la reservaba. Mi papá le pagaba con monedas porque decía que al kiosquero le servían.
El cuento que escribí en el colegio sobre el Mundial 2014
Era un concurso de toda la primaria, creo. O al menos me acuerdo que los ganadores recibieron su premio luego de un acto escolar de primaria. Por eso mi suposición. Mi cuento trataba de que la pelota que se iba a usar en la final estaba triste en la previa al partido porque los equipos que iban a jugar eran muy violentos con ella. No recuerdo haberlo vivido como una oportunidad especial en la previa a escribirlo, pero de todas formas me esforcé por hacer un buen cuento. Mi maestra me dijo que ella tuvo que leer muchos (no sé si los 40 del curso o más de otras clases) y que el mío era de sus favoritos. Que para ella yo merecía ganar. Lo tomé muy bien. No me frustró, porque no pensé en ganar cuando lo escribí. Pero me sentí muy elogiado. Recuerdo también que había que poner un seudónimo. Me molesta no saber cuál puse. Sí que un chico que ganó, varios años más grande, su seudónimo fue “el macanudo de Liniers”, según lo dijeron en la entrega de premios. Me acuerdo porque nos causó mucha gracia y lo recordamos durante un tiempo.
Ver a la mañana Planeta Gol porque en la tele salía muy tarde
Los miércoles a la mañana, cuando yo tenía entre 5 y 7 años aproximadamente, desayunaba en el sillón enfrente de la televisión. Mi papá el martes a las 23 grababa Planeta Gol, un programa sobre fútbol que salía por TyC Sports. Yo me dormía muy temprano así que no lo veía en vivo. Pero todos los miércoles podía ver la grabación. Una vez, en la sección de “patadas”, un jugador se lesionó de gravedad. Mi papá me dijo que al ser jugador de fútbol uno puede terminar así, y desde ahí dejé de querer ser jugador de fútbol y pasé a querer ser periodista deportivo. Todos mis recuerdos de eso son en el living de la casa en la que viví hasta los 8 años. Así que, a pesar de no saber exactamente la época en la que hacía eso, estoy seguro que no fue con más de 7 años.
Los libros “Gol”
Mi papá me había comprado un libro que se titulaba “1.000 datos locos del fútbol”. Me había encantado. Un día dijo que iba a buscar si había uno parecido, del fútbol o de los Juegos Olímpicos. Pero a la vuelta, me trajo uno que era una cuento. Una historia ficticia de una final de un torneo amateur. De todas formas me encantó. Y descubrimos que era el quinto libro de la saga. Claro, por eso nombraban a personajes con total naturalidad y yo no sabía quiénes eran. Trataba de un equipo de barrio de niños, que sucedía en Madrid. A partir de eso, comenzamos a buscar los previos, y después los que seguían. Cada tanto iba a una librería y veía que llegaba uno más nuevo. Otros amigos míos también lo leían. Me acuerdo que lo hablábamos mucho. Al final, llegué hasta el número 22. Sé por Internet que hay muchos más, pero nunca ví ninguno más en librerías. Al final, también por esos años, me regalaron también el libro de “1.000 datos locos de los Juegos Olímpicos”.
Dailan Kifki
Teníamos que usar un libro para aprender a leer en primer grado. En realidad, yo ya había aprendido a leer cuando estaba en jardín. Pero me ayudó mucho a perfeccionarlo. No recuerdo cómo llegué a ese libro, pero fue el que usé. Ortega, un viejo maestro que ya no era titular de ningún curso, era el encargado de enseñarnos a leer. Leíamos un segmento del libro cada un par de días y él anotaba cuánto leíamos en una especie de señalador. Recuerdo que yo era el segundo más avanzado, atrás de Pilar, hasta que me enfermé y falté casi una semana. Además de ese libro, me acuerdo también del Silabario, para aprender el abecedario y las letras. También estaba el cuadernillo de caligrafía, aunque cualquiera que lea mi cuaderno de la facultad sabe que no adquirí la habilidad de la prolijidad.