Monday, June 2, 2025

Secreto Familiar

Corría el año 2011. O recién arrancaba, mejor dicho. Era enero, segunda quincena de enero. Plena temporada. Como siempre, veraneamos en Necochea. Por esos años, siempre íbamos a una casa distinta. Mis primeros años fuimos a la misma, pero eso había cambiado, no sé por qué. Así que para esa altura, ir a Necochea era conocer una casa o departamento nuevo. La ciudad ya la conocía de memoria, así que me divertía eso. 
Cuando llegamos, la primera buena noticia: era una casa. Lo común era que nos hospedáramos en un departamento, lo cual no me gustaba. No me gustaba porque en la ciudad ya vivíamos en un departamento, y yo quería vivir en una casa. El verano era mi única posibilidad para cumplir ese deseo, pero no solía pasar. Pero ese año sí. Era una casa. Segunda buena noticia: era una casa de dos pisos. Divertidísimo. Yo veía que mis primos vivían en una casa con dos pisos, y que algunos de mis primos dormían arriba, en otro piso que los tíos. Y yo no. En un departamento, con los dormitorios pegados. Pero esas vacaciones eran diferentes. Nos íbamos a quedar en una casa de dos pisos. Las mejores vacaciones que había tenido. 
La casa, a mí, me encantó. Además de mi deseo de vivir en una así, realmente me parecía linda. Estaba bien ubicada, en una calle medio diagonal que formaba una esquina triangulada que me enamoró. La pasé excelente. Por alguna razón que desconocía, se quedaron unos días mis abuelos paternos. Aún más me divertí. Mi abuela cumplió 66 años allá, el 24 de enero. Todo perfecto.
Pero al año siguiente no volvimos. Fuimos a una casa también, más un estilo “casa quinta", en una zona no céntrica de Necochea. En 2013 tampoco. En 2014 fuimos a un departamento muy cerca de la playa, y muy cómodo para mis padres. De modo que allí fuimos los últimos años, hasta que mi hermana y yo crecimos, y mis padres se separaron, por lo que dejamos de ir. Y a esa casa no volvimos más.
Fue una noche de esos últimos veranos en Necochea cuando surgió el tema de esas vacaciones en esa casa. Capaz pasamos por ahí, ya que íbamos en auto cuando lo hablamos. En ese momento supe la verdad. Por qué no habíamos vuelto a esa casa que a mí me había fascinado.
Resulta que mi mamá. un día nublado que no bajamos a la playa, estaba ordenando cosas de la casa y revisó unos cajones. Allí se enteró que tiempo atrás había fallecido la hija de la dueña de la casa. Eso no la preocupó. No es lo ideal, pero la gente lamentablemente muere. Las cosas se volvieron raras cuando mi mamá empezó a escuchar ruidos que venían de la escalera. Cuando se fijaba, estaba nuestro gato Tino. Era una posibilidad que fuese él quien molestaba en las escaleras, pero mis papás ya tenían un poco de miedo.
Como dije, mis abuelos se quedaron unos días en la casa con nosotros. Mis padres no les dijeron nada de lo que habían descubierto o lo que podían temer. Hasta que mi abuela le dijo a mi mamá, después de que ya había pasado unos días con nosotros, que creía que había una presencia o un espíritu en la casa. Mi abuela era fiel creyente de los entes,  los espíritus y demás cosas similares. Ahí mi mamá le contó lo que había encontrado. La respuesta de su suegra fue: “ah sí, la ví a la nena en las escaleras. Estaba feliz igual”.
Para nuestra suerte, las cosas no pasaron a mayor que ruidos en la escalera o la percepción de espíritus de mi abuela. Las vacaciones pasaron y nos fuimos, vivos y sanos. Pero el Tomás de 6 años se fue extrañando la casa, y sin pensar que no iba a volver jamás. Recién años después pudo saber toda la verdad. 


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